Rosario Ibarra, figura emblemática por la defensa de los desaparecidos

27 de febrero de 2025

En la Mañanera del Pueblo encabezada por la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, la Subsecretaria de Educación Básica, Angélica Noemí Juárez Pérez, habló sobre la luchadora social Rosario Ibarra, quien el 24 de febrero de este año cumpliría 98 años de edad.

Rosario fue una activista que luchó incansablemente por las víctimas de la llamada “Guerra Sucia”, el cual fue un proceso histórico que se desarrolló en las décadas 1960 y 1970, en el que el Estado implementó una estrategia de represión y persecución política contra quienes integraban los movimientos sociales de izquierda, siendo la práctica de la desaparición forzada una de sus tácticas más utilizadas. En este contexto, Rosario Ibarra emprendió una lucha inalcanzable para localizar a su hijo Jesús, así como a cientos de personas que fueron desaparecidas por el Estado autoritario de aquella época.

En la cápsula de video que fue presentada, se indicó que María del Rosario Ibarra de la Garza nació el 24 de febrero de 1927, en Saltillo, Coahuila. Se casó con el médico Jesús Piedra Rosales, cercano al partido comunista y simpatizante de movimientos Sociales, con quien tuvo cuatro hijos.

El 18 de abril de 1975, su hijo Jesús Piedra Ibarra, de 21 años, fue detenido por agentes de la Dirección Federal de Seguridad. No se le volvió a ver. De inmediato, Rosario se trasladó a la Ciudad de México para solicitarle al Presidente Luis Echeverría una respuesta sobre el paradero de su hijo. Al no obtener una respuesta satisfactoria, formó una alianza con otros familiares de desaparecidos y en 1977 fundó el Comité pro-defensa de presos, perseguidos, desaparecidos y exiliados políticos de México, conocido más tarde como “Eureka”.

Entre las acciones de este comité, integrado mayoritariamente por mujeres a las que se les conoció como las “Doñas”, destacó la huelga de hambre frente a la Catedral de la Ciudad de México, en agosto de 1978, para exigir la presentación con vida de los desaparecidos. Gracias a ello y al apoyo de otros movimientos sociales, en septiembre de 1978, el gobierno de José López Portillo publicó una ley de amnistía para presos y exiliados políticos de las décadas de los 60 y 70. Sin embargo, las desapariciones continuaron sin aclararse, por lo que el 12 de diciembre de 1979 se fundó el Frente Nacional Contra la Represión, que aglutinó a más de 50 organizaciones políticas, sindicatos de trabajadores, organizaciones estudiantiles y colectivos de derechos humanos.

Rosario continuó la lucha. En 1982, fue la primera mujer en postularse como candidata a la Presidencia de la República por el Partido Revolucionario de los Trabajadores. Después, en 1985, fue electa diputada federal y en 1988 se postuló por segunda vez a la Presidencia de la República, denunciando junto con Cuauhtémoc Cárdenas el fraude electoral en las elecciones de ese año. Posteriormente, en 1994 fue electa diputada federal por segunda ocasión y en 2006 y 2012, Senadora de la República.

Rosario Ibarra fue mundialmente reconocida por diversas instituciones defensoras de los derechos humanos. De hecho, en cuatro ocasiones fue candidata para recibir el premio Nobel de La Paz. En 2019, el Senado de la República le otorgó la medalla Belisario Domínguez, en reconocimiento a su incansable lucha por los presos, desaparecidos y exiliados políticos. Murió a los 95 años, tras una incansable vida de lucha por la libertad y la justicia social en nuestro país.

Al finalizar el video, la Subsecretaria habló sobre los dibujos de la artista y activista norteamericana Rini Templeton, quien vivió en México entre 1974 y 1986. Ella fue una importante cronista visual de los movimientos políticos y sociales, incluyendo el frente contra la represión que creó Rosario Ibarra. Sus dibujos son instantáneas gráficas de la vida cotidiana y dan muestra de las luchas de las mujeres y los niños.

Rini fue una documentalista de tinta y papel, que no buscaba crear las representaciones de un ideal, sino capturar momentos, ahora históricos desde el contacto directo con la gente. Le importaba la igualdad y la justicia, pero también la dimensión afectiva de lo social que se sintetiza en el poderoso lema con el que solía firmar las notas a sus amigos y colegas “love y venceremos”.