Lucha de las mujeres costureras
1 de mayo de 2025

El 1 de mayo también recuerda la lucha de las mujeres por mejores condiciones laborales, afirma la Subsecretaria de Educación Básica, Noemí Juárez
Durante la Mañanera del Pueblo, presidida por la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, la Subsecretaria de Educación Básica, la Dra. Angélica Noemí Juárez Pérez, presentó la historia de la lucha de las miles de mujeres costureras que trabajaban en fábricas y talleres de confección en la ciudad de México y que luego del devastador sismo del 19 de septiembre de 1985 perdieron a muchas de sus compañeras atrapadas entre los escombros.
Al inicio de su participación, la Subsecretaria señaló que el primero de mayo, día internacional del trabajo, es una fecha en la que se debe recuperar la memoria de los procesos de lucha popular que lograron la conquista de los derechos de los trabajadores. A nivel internacional, los antecedentes se encuentran en la huelga del primero de mayo de 1886 que fue brutalmente reprimida en Chicago. Tres años más tarde, el congreso obrero socialista de la Segunda Internacional anunció que el primero de mayo sería consagrado como una fecha en el calendario internacional para conmemorar la lucha popular. De igual modo, la Dra. Juárez declaró que, como en todo proceso histórico, las mujeres participaron activamente, y trajo a colación la manifestación del 8 de marzo de 1917, en la que las mujeres protagonizaron una huelga que al momento no había tenido precedente alguno y cuyas consecuencias fueron relevantes para el mundo entero. En México la lucha obrera también ha incorporado la participación de miles de mujeres para lograr mejores condiciones de trabajo y el reconocimiento de la dignidad de los trabajos en el hogar.
En la reproducción del video se dio cuenta de la historia de lucha de las mujeres obreras que trabajaban en los talleres y las fábricas de costura y confección en la ciudad de México. A las 7:19 de una mañana del 19 de septiembre de 1985 un potente sismo devastó muchos edificios y casas de la capital. Algunas de las mujeres se salvaron, pero hubo otras que no lograron salir a tiempo y quedaron atrapadas entre los escombros. Más de 800 talleres de costura —varios de ellos fueron identificados en calidad de clandestinos— resultaron destruidos. Los excesivos pesos de las máquinas y los rollos de tela contribuyeron a empeorar la dramática situación.
La falta de acción por parte del gobierno para rescatar a las personas atrapadas y que seguían con vida fue evidente y provocó un profundo malestar entre la sociedad. Los familiares y compañeras de trabajo de las víctimas tuvieron que organizarse y de la mano de otros ciudadanos de a pie intentaron rescatarlas. La reacción de los dueños fue de una tremenda mezquindad, pues no se preocuparon por ayudar a sus trabajadoras, sino en sacar su maquinaria y sus materiales. Con el paso del tiempo, se descubrió que esta tragedia estaba precedida por las malas condiciones de trabajo que rayaban en la explotación de las costureras. Se recogieron los testimonios de las mujeres acerca de los salarios injustos, las jornadas extendidas sin el pago de horas extras, la carencia de seguridad social, la existencia de trabajo infantil y el sufrimiento de castigos. Numerosas costureras quedaron sin indemnización y desempleadas. En vez de demostrar alguna empatía o comprensión con las mujeres trabajadoras, el entonces líder de la Confederación de trabajadores de México Fidel Velázquez declaró que él no tenía nada que ver con sus demandas, ya que en su casa le cosían la ropa. La reacción de las mujeres fue organizarse en aras de exigir el respeto de sus derechos laborales. Un mes después del sismo, registraron el “Sindicato Nacional De Trabajadoras de la Industria de la Costura, Confección, Vestido, Similares y Conexos 19 de septiembre”. En 1986 las mujeres obreras de la costura también formaron cooperativas y con alegría afirmaron que ahora trabajarían para beneficio de ellas mismas y no a un patrón. Las mujeres terminaron su arenga recordando a sus compañeras caídas bajo los escombros de los talleres y fábricas. Del mismo modo deben perecer “nuestro miedo, nuestro temor, nuestra humillación” e hicieron hincapié en que la unión, la organización y la fuerza son las claves para la defensa de sus derechos a través de la creación de su sindicato, “una lucha que perdure para siempre”.
Una vez que finalizó el video, la Subsecretaria enfatizó que, amén de recuperar la memoria de las mujeres que nos antecedieron, es de vital importancia referir a las del presente. Las imágenes y el testimonio que fueron proyectados en la cápsula forman parte del documental: “No les pedimos un viaje a la Luna”, que fue uno de los primeros documentales realizados por un equipo exclusivo de mujeres. Agradeció a Mari Carmen de Lara, María Eugenia Tamés, Maripi y Penélope Simpson, las mujeres responsables de documentar estas historias, por su empatía y su esfuerzo en el acompañamiento de las mujeres costureras. La Subsecretaria reconoció el enorme testimonio de la vida y la lucha de estas trabajadoras, quienes con su ejemplo lograron despertar la conciencia de muchos mexicanos y mexicanas luego de la tragedia que provocó el sismo de 1985. Finalmente, la Subsecretaria aprovechó para reconocer la dignidad y el esfuerzo de las señoras Elvira Rangel —su abuela—, que toda su vida la dedicó a la costura, e Irene Pérez —su madre— quien también fue una mujer costurera.