El “Frente Único Pro Derechos de la Mujer” (FUPDM), un colectivo fundamental en la lucha por el derecho de las mujeres mexicanas a votar y ser votadas
16 de octubre de 2025

Durante la conferencia matutina encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum, se presentó la sección “Mujeres en la historia”, a cargo de la subsecretaria de Educación Básica, Noemí Juárez, dedicada en esta ocasión al Frente Único Pro Derechos de la Mujer (FUPDM). Para contextualizar, Juárez recordó que el 17 de octubre se cumplen 72 años de la reforma al artículo 34 constitucional, que reconoció el derecho de las mujeres mexicanas a votar y ser votadas. Señaló que, además de las sufragistas que lucharon individualmente —como Elvia Carrillo Puerto, Hermila Galindo o Esther Chapa—, existió también un trabajo colectivo fundamental, representado por el FUPDM, cuya acción articuló diversas causas sociales y políticas en favor de los derechos de las mujeres.
El video proyectado relató que el 28 de agosto de 1935, en una asamblea en el Teatro Hidalgo de la Ciudad de México, surgió el FUPDM. La organización reunió a mujeres de distintas clases sociales, regiones y posturas políticas y religiosas, que se unieron bajo un programa mínimo de acción con 22 objetivos comunes. Bajo el lema “por la liberación de la mujer”, convergieron feministas, católicas, comunistas y callistas del Partido Nacional Revolucionario, en una plataforma plural donde el voto femenino fue uno de los ejes principales. Preocupadas también por el bienestar social, las integrantes del Frente impulsaron talleres de costura, cooperativas, granjas y lavanderías, además de promover mejoras salariales, desayunos escolares, centros educativos y el reconocimiento de la participación femenina en la vida pública.
Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, las demandas del Frente encontraron eco. En enero de 1936 se creó el Consejo Nacional del Sufragio Femenino, y en marzo se llevó a cabo la Primera Conferencia Nacional de Mujeres, cuyo objetivo fue impulsar una campaña nacional para reformar el artículo 34 constitucional y reconocer a las mujeres como sujetos plenos de derechos políticos. En abril de ese mismo año, se organizó una protesta en el Hemiciclo a Juárez contra el alza de precios y para exigir el sufragio femenino. De esa movilización surgió una comisión encargada de entregar al gobierno un documento con los motivos de la protesta. Sin embargo, pese al esfuerzo sostenido, el derecho al voto fue negado por legisladores y dirigentes políticos de diversos partidos, lo que llevó a las mujeres a replantear estrategias y recordar las deudas históricas del país con ellas.
En un reporte de 1936 sobre las condiciones de las mujeres en México, Esperanza Balmaceda, integrante del Frente, sostuvo que la Revolución no había hecho justicia plena a las mujeres: “ni en el terreno económico, ni en el político, ni en el social; la sigue considerando como menor de edad y le otorga una protección precaria.” En ese mismo documento, afirmó también:
“La mujer organizada en México ha demostrado ya que está en pie de lucha, alerta ante los problemas de su país y del mundo entero, consciente de sus derechos y de sus responsabilidades, compañera del hombre para crear unida positivamente a él, un mundo nuevo, más justo y más humano.” |
Sus palabras sintetizan el espíritu emancipador que guió al FUPDM y su compromiso con la justicia social.
El Frente se mantuvo activo entre 1935 y 1940, y llegó a reunir a más de cincuenta mil integrantes. Aunque su impulso político se vio limitado por la falta de reconocimiento al voto femenino, su legado organizativo y su impacto ideológico trascendieron las décadas. La experiencia del FUPDM sentó las bases del feminismo político mexicano, inspirando a nuevas generaciones de mujeres a exigir igualdad de derechos, justicia y participación en los asuntos públicos.
Al concluir la cápsula, la subsecretaria Juárez subrayó que la lucha femenina del siglo XX no se limitó al sufragio. Si bien el voto fue una demanda central, las mujeres del Frente también se preocuparon por las condiciones de vida de las clases populares. En su programa destacaban principios como: “a igual trabajo, igual salario”; la modificación de la ley laboral para hacer compatible el trabajo con la maternidad; la incorporación de la mujer indígena al movimiento social y político; la tierra sin limitación para las mujeres del campo; y el derecho a una amplia cultura y participación política. “Como podrán ver, muchas de estas demandas, afortunadamente, las vemos materializadas en la actualidad”, concluyó la Subsecretaria.